jueves, 30 de diciembre de 2010

Los belenes de Navidad

Desnudito Niño-Dios

Tiempo frío de belenes y representaciones navideñas. Y, en todas, el niño desnudo en el portal. José y María, bien abrigados. Los pastores cubiertos de pieles. Herodes y los soldados, vestidos en consonancia con el lujo de la nobleza y el tiempo helado de un diciembre de clima alterado. Sólo el “cagater”, de ocurrencia catalana y por necesidades fisiológicas, aparece con aquella parte descubierta donde, a decir de Cela, la espalda pierde su casto nombre. Y el niño tan pancho, medio desnudo en su miserable cuna, de pajas y palos, con el gesto de la bendición a todos los mortales.

No le corresponden a José, ni a María, ropas tan ostentosas como les suelen poner en cuadros y figuras de portales de Belén. En los Reyes Magos y en Herodes, pueden explicarse, pero los pobres artesanos no se pueden permitir vestimentas de soberanos. Ignoro cómo sería aquel primer belén que, dentro de una cueva, montó Francisco de Asís en el Nochebuena de 1223. Pero, en los que vemos actualmente, siempre, salvo, quizás, excepciones, el niño aparece desnudo, sólo con el paño púdico sobre sus partes íntimas. ¿Cómo explicar el contraste entre este desnudo infantil y las majestuosidad pomposa de las ropas con las que visten las representaciones de sus padres y demás personajes que van camino del portal? ¿Hace frío para unos y no para el más chiquitín? ¿Significa algo tal desnudo? ¿Y qué significan en tal caso el lujo de los ropajes de los mayores? ¿Cómo se puede tener desnudito a un niño recién nacido sobre un colchón miserable de una miserable cuna? ¿Una Navidad tras otra y a nadie se le ocurre regalarle una mantita para cubrirlo? ¿Era más útil el incienso, el oro, la mirra de los magos de Oriente que una buena manta de pura lana virgen?

Hablan los evangelios apócrifos de un buey y una mula que, con su aliento, calentaban el portal, el pesebre o la cueva donde el niño nació. Pero, entonces, si el aliento de aquellos animales era calefacción tan eficaz, ¿cómo José y María siguen vestidos con ropas de abrigo?

Una amistad me comentaba hoy sobre lo que tendría que ver el nacimiento del niño Jesús con los atracones de comida y bebida en todas las casas. Mi comentario fue: eso mismo me digo yo y, por otra parte, al pobre niño siempre nos lo representan desnudito con el frío tan tremendo que está haciendo. ¡Felices Pascuas y Próspero Año Nuevo!
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Versos ilustrados

Saio da janela, sento-me numa cadeira. Em que hei-de pensar?
Dejo la ventana, me siento en una silla. ¿En qué he de pensar?
(De Fernando Pessoa, Antología de Alvaro Campos)

lunes, 13 de diciembre de 2010

Rajoy y el predicador Fray Gerundio de Campazas

Rajoy y la historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas

ANTONIO GARCÍA VELASCO

Al estilo de fray Blas y fray Gerundio, Rajoy se quedó con el auditorio cuando dijo: “El ministro de Fomento es un inútil total con dosis importantes de caradura porque siempre encuentra una excusa para no asumir sus responsabilidades”. Y esperó la reacción. El Ministro Blanco se quedó blanco y, a continuación, un color se le venía y otro se le iba, “se va a acordar de esto”, pensaba lleno de estupor.

El estilo de fray Blas y fray Gerundio era ese: predicando sobre el misterio de la Trinidad comenzaban diciendo: “Niego que Dios sea uno en esencia y trino en persona”. Y cuando los oyentes empezaron a mirarse unos a otros, protestando y José Bono tuvo que intervenir y pedir silencio, los frailes dijeron: “Así lo dice el ebionista, el marcionista, el arriano, el maniqueo, el sociniano; pero yo lo pruebo contra ellos con la Escritura, con los Concilios y con los Padres”.

Un día, en un sermón de la Encarnación, comenzó el predicador: “A la salud de ustedes, caballeros”. El auditorio comenzó a reírse a carcajada tendida, por la chulería con que lo dijo. Pero el orador prosiguió: “A la salud de ustedes, de la mía y de todos, bajó del cielo Jesucristo y encarnó en la entrañas de María…”

“El ministro de Fomento es un inútil”… y cuando todo el auditorio reía o protestaba, juzgando que iba a sacar un jarro de vino para convidar, echó a todos un jarro de agua con un texto que vino que ni pintado: “No seré yo quien emplee estos calificativos con el señor Blanco ni con nadie. Tan cariñosos epítetos fueron los que dedicó don Alfredo Pérez Rubalcaba a un Ministro de Fomento por unos retrasos en el aeropuerto de Barajas en el año 1999”. Luego siguió su sermón, digo su mitin, digo, su intervención: “apoyamos al Gobierno en sus medidas contra los controladores”… “pero eso no impide señalar que su decreto ley fue el responsable de lo ocurrido, por lo que no sé a quién se le ocurrió la brillante idea de hacerlo público en vísperas del puente más importante del año”.

-Pero, ¿no me dirá, Martín, en qué estuvo el chiste o la agudeza que tanto los aturdió?
-¡Pues qué! -respondió Martín, el zapatero-. ¿No es la mayor agudeza del mundo comenzar un sermón como quien va a echar un brindis; y cuando todo el auditorio se rió, juzgando que iba a sacar un jarro de vino para convidarnos, echarnos a todos un jarro de agua con un texto que vino que ni pintado?

Algunos afirman que el líder del Partido Popular demostró que en ocasiones es un buen orador.